Niisan, texto publicado en la revista tokonoma 16,

NIISAN Por Amalia Sato El Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki tiene dos entradas. Una invita a ingresar contorneando una fuente de agua circular que corre permanentemente derramándose sin una onda que altere su superficie y sin un murmullo – símbolo de la sed padecida por las víctimas -, atravesar luego un pasillo entre dos columnas dirigidas hacia el lugar donde cayó la Bomba, y a continuación pasar a una sala donde un libro enorme resguardado tras cristales registra los nombres de los fallecidos, lugar en el cual uno puede permanecer sentado y en silencio con una luz cenital. Una manera muy pertinente para prepararse al muestrario de objetos y fotos que hablan desde las vitrinas. Pero la mayoría de los visitantes (turistas…) evita este camino e ingresa directamente descendiendo de los micros, con guías que hablan en ruso, chino, ingles, francés, superponiéndose en desorden. Esta foto es lo último que se ve al final del corredor que lleva a la salida y muchos pasan sin de...